lunes, 7 de abril de 2008

Las palabras se mueven con la noche

El que sueña debajo de una noche

Todavía no ha muerto.

Así como yo espero

Que se recueste la última gota

De humedad sobre este patio.

Entonces, puedo caminar

Hacia el huerto de mi abuelo.

En su jardín me esperan los rosales.

Todo el aroma llega hasta mí,

Ahora.

Soy el que aún

No hay despertado.


Veo crecer las hojas del árbol

Que un día conocí,

Escucho cada gota del agua

Que cae silenciosa y desesperada.

Es una música que pide auxilio

Mientras las voces juegan.

Hay un celeste altísimo que me observa.

Nada pueden hacer las nubes

Blancas que lo atraviesan.

¿Se habrán detenido en otro lugar?

O, acaso, ¿se habrán perdido

Como mis palabras?


En esta noche oscura y radiante

No tengo un lugar que me proteja

Mi alma congelada.

Mientras el viento raspa mis ojos

Una simple palabra

Deshace todo mi interior.

Así como la luz del oriente

Se va a iluminar el occidente,

También yo

Entre una noche y otra

Advierto que la verdadera lámpara

Son mis ojos.


Por Jonathan Ortega

Producido en el taller de poesía de la UP 3 “Historial de soledades”, coordinado por Susana Valenti.

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